martes, 15 de septiembre de 2009

Hay situaciones traumáticas que, por más que sean feas, no dejan de ser un recurso anecdótico a usar cuando la ocasión lo amerite. Meses después del suceso, cuando ya pasó y ya fue parcialmente olvidado, hay una reunión con amigos que no veías desde hace bastante tiempo. Y ahí sale ella, la situación: Heroica, salvadora de más de un silencio, seductora. Se queda con la atención de todos, cosecha diversos tipos de caras de asombro y miedo, admiración y espanto.

Los robos pueden caer en esa categoría. Depende un poco de la persona (hay personas que nunca se recuperan, lo sufren para siempre) y del tamaño del robo (hay robos que no son tan genialmente contables). Pero el robo medio, el del empujón, el de la lucha por la cartera, incluso el de la arrastrada en moto (vamos, que yo conozco a alguno y un mes después no se veía en sus caras el miedo, sino las ganas de contar un evento trágico), son perfectos para cualquier velada. Todos tienen una de esas historias. Sean del bando que sean (de los que quieren matarlos a todos o de los que creen firmemente que es posible reformar lo que está mal), a todos les gusta inflarla, maquillarla, agregarle algún golpe donde no hubo, alguna situación de riesgo de vida donde sólo hubo una piña en el estómago.

¿Quién no pasó quince minutos de su tiempo relatando con la mismísima calidad descriptiva de Tolkien cómo aquel vándalo lo acorraló en un callejón y casi muere de un tajo en la yugular? ¿Quién no se enganchó luego a esa historia inicial, para relatar la suya propia con precisiones que nada dejaron que desear al anterior y que lo desafiaron en riesgos y valentías? ¿Quién no estuvo en aquella guerra de miradas, gestos y palabras que se da cuando dos o más personas quieren hablar a la vez, quieren ser los próximos en contar su aterradora historia?

Hay muchos tipos de reacciones cuando uno cuenta lo que le pasó, seguramente tantos como personas haya. Pero de mi reciente experiencia (que tiene cero porcentaje de acción y ciento por ciento de absurda idiotez) descubrí que hay varios grupos importantes de reacciones:

1- "Noooooooooooooooooooooooo, no te puedo creeeeer!!!!" Es muy frecuente. Al principio es difícil discernir entre si lo dicen como una forma de ser condescendiente con uno en la importancia que tuvo el hecho (onda, para no quedar como que no fue importante, sino que es el evento más trágico de tu vida), o si realmente les parece lo más espantoso del mundo. También puede ser que no puedan creer la forma absurda y patética en que te robaron, lo cual sería, en mi caso, la opción más segura a tomar. Ellos no son malos reaccionantes. Son, a mi parecer, los más sinceros. Son los que uno puede usar para descargar su ira y definitivamente convencerse de que nada peor en el mundo puede suceder. Aunque sea por un rato.

2- "Bueno, pero pensá que no te hicieron nada". Mi pregunta es: ¿Esta gente mira a través de ese cristal espiritual todo lo que pasa en el mundo? ¿Esta gente opina que la soja trangénica es buena para el ecosistema porque "bueno, pensá que por lo menos tenemos algo que comer"? ¿Esta gente piensa que la pobreza no es tan mala porque "bueno, por lo menos no están muertos, como en otros lados del mundo"? ¿Desde cuando las cosas de evalúan en función de lo que podrían haber sido? ¡Así todo sería extremadamente malo, o extremadamente bueno, señora! Las cosas son como las vive la persona, y no como podrían haber sido. Sí, también podría haber pasado que en el intento me quebraran todos los huesos del cuerpo. ¿Y? No fue así, ¿porqué tengo que calmar mi sufrimiento en función de algo que, por suerte, no fue?
Es como cuando traés un 8 en el carné, y tus padres te dicen "podría ser mejor". Sí, claro, hasta el 12 siempre puede ser mejor. También puede ser peor, hasta el 1. Pero es un 8, y ese 8 es lo que te provoque él, y nada más.
Todos le decimos esto a la gente. Y es que cuando se trata de otro, realmente sentimos que lo mejor es que esté allí, sano y salvo. Pero eso es para nosotros, y no sirve como consuelo. ¿Desde cuando la gente valora lo que aún no perdió?

3- "Lo peor son los documentos". Ta. Juro que hago el intento para pensar así, para pensar que lo peor no es lo que más vale en dinero. Y te agradezco que me lo digas, aunque no te cree ni tu abuela (sí, esa que te decía que bailabas precioso en las fiestas de fin de año, y todos sabían que eras el niño más chueco de toda la escuela).

4- "Mi tío abuelo Estebaldo decía que cuando perdés o te roban algo, lo que tenés que pensar para no sentirte tan mal es que probablemente esa persona lo necesitaba más que vos" Tu tío abuelo Estebaldo era un pelotudo.

Me las dijeron todas. Y yo las aguanté todas. Muchas las agradecí de corazón. Otras me resultaron inaplicables. Pero mi conclusión final, mi verdad más gigante, es que a pesar de que superé la pérdida material con una velocidad asombrosa, nunca voy a poder superar la ausencia de mi dignidad:

A mí me robó una vieja con artrosis de las que compran bombachas gigantes en Tiendas Montevideo.



Mitocondria, derrotada.

5 comentarios:

  1. jajjaja que vieja hija de puta!

    (esa fue mi reacción)

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  2. "mas guay será usté", ¿no se da cuenta de la gravedad de la situación?

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  3. Sí... hay que cambiar eso urgentemente.

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  4. creo q debemos proponer que se controlen los hogares de la tercera edad...reformatorios!! algo que no permita continuar con el descaro que ocultan estas personas tras esas caritas de dulces abuelas...no se deberia permitir a las ancianas juntarse en los clubes...hacen planes macabros..esto es terrible...hay q ponerle un fin!! si estuviera en tu lugar...temeria q esta anciana haya puesto algo en tus documentos para vigilarte....sera comuniste?
    porque ahi me cierra todo...

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